miércoles, 29 de septiembre de 2010
Sobre la imposibilidad de la argumentación
Las palabras siempre y nunca suenan
A pretensión adolescente, a descaro, a insensatez.
Es terrible saber que uno no puede evitar decirlas
Cuando te piensa o te nombra.
Es mágico saber que poseen la densidad de lo real,
De lo posible, de lo cierto, de lo indiscutible.
Ahora bien, los siempre y los nunca
Unidos a tu nombre y a tu recuerdo
No tienen explicación posible
Son siempres y nuncas intraducibles.
Solo los amantes pueden comprenderlas
Sin más argumentaciones que la certeza
Que nace de los ojos ardientes de quien
Las pronuncia creyendo en ellas.
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